Mis maravillosas bandas sonoras de vinilo

Muchos viven con pasión el cine y muchos viven con pasión la música. Vivir con pasión el cine y la música al mismo tiempo es una oportunidad, un descubrimiento y un placer que, en muchas ocasiones, se hace realidad cuando este combinado de pasiones se da en los directores de muchas películas.

Pero no siempre la música y el cine han estado tan cerca, ni se han necesitado tanto mutuamente como ocurre ahora. Dentro de las compañías discográficas, las bandas sonoras –salvo en contadísimas ocasiones– eran un producto a lanzar casi por obligación, sin poner esfuerzo alguno en su difusión y pensando solamente en los pocos coleccionistas que comprarían el disco.



En el caso de que la película se convirtiese en un éxito, o fuese claramente una producción musical o que la banda sonora alcanzara el triunfo comercial, entonces se podría empezar a considerar que merecía la pena darle un cierto apoyo, pero nunca para competir con el prestado a un artista con cara y ojos, y una carrera por delante. Con las cosas así, el futuro de los discos de bandas sonoras continuaba incierto.

Por otra parte, las compañías cinematográficas no habían descubierto el enorme potencial promocional que tenía para sus películas el que las emisoras de radio hiciesen sonar canciones que pertenecían a los filmes que estaban estrenando. Que los DJ’s y espacios musicales programasen canciones indicando que pertenecían a tal o cual película, era un reclamo perfecto para comprar entradas de cine.

Afortunadamente las cosas han ido cambiando y hoy en día casi no se concibe una película sin un fuerte componente musical, y el éxito del cine cada vez se vincula más al éxito de la música.

Hablando de música y canciones en el cine, es bueno distinguir un par de diferencias. Por un lado tenemos la música original propia de la película, es decir la composición musical que dramatiza, ambienta y predispone al espectador en determinadas secuencias; y por otro, canciones que conjugan acción e imagen y casi dibujan una coreografía escénica de los personajes.

La música en el cine hace entender y disfrutar las películas en otra dimensión. Podemos imaginarnos y quizás alguno recordar, lo que era el cine en sus principios, cuando no había sonido que saliese de la pantalla: solo los murmullos del público, el sonido de ambiente en vivo y, en el mejor de los casos, la orquesta o un piano en el foso.

Recuerdo que en noviembre de 1985 y en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid, el Instituto de Cine presentó “Napoleón”, la obra maestra del director de cine francés Abel Gance, estrenada por primera vez en París en 1927, en una nueva adaptación del film producida por Francis Ford Coppola. La experiencia fue inolvidable y el binomio cine y música en directo resultó un placer para los sentidos.

Tengo que reconocer que lo ocurrido con “Napoleón”, Gance y Coppola en el Palacio de Exposiciones, me hizo afanarme aún más por el gusto y conjunto del cine y la música. Si por separado eran fantásticos, juntos eran... perfectos.

En este evolucionar continuo de la música en el cine, podemos decir que la cosecha es ya abundante y los momentos sublimes. También los reconocimientos son continuos, pero quizás el más representativo sea el Oscar.

La Academy of Motion Pictures and Sciences fue creada en 1926 por Louis B. Mayer cuando era el Presidente de la MGM. Aunque la primera entrega de los Oscar se celebró en el año 1929, no fue hasta 1934 cuando se entregó el primer Oscar a la música realizada exclusivamente para una película.

El primer tema ganador de la estatuilla fue “The Continental”, perteneciente a la película “La alegre divorciada” (“The Gay Divorcee”, Mark Sandrich, 1934)

El primer tema ganador de la estatuilla fue “The Continental”, perteneciente a la película “La alegre divorciada” (“The Gay Divorcee”, Mark Sandrich, 1934), cuyos autores fueron Con Conrad y Herb Magidson. Como todo el mundo sabe se trataba de la maravillosa película protagonizada por Fred Astaire y Ginger Rogers. Y en ella sonaba un tema inolvidable: “Night and day”.

A partir de entonces, la Academia ha ido rindiendo homenaje a la música de sus películas, acumulando canciones y melodías que son parte de la vida y el recuerdo de generación tras generación. Dar cuenta de todos y cada uno de esos momentos retratados en la pantalla, traducidos en canciones y armonías, tomaría mucho tiempo. Pero aún así voy a mencionar algunos de los que para mí son los más significativos.

“Over de Rainbow”, de la película “El mago de Oz” (Victor Fleming, 1938), para muchos compositores y amantes de las estadísticas y de las comparaciones, la mejor canción que se ha escrito nunca. Judy Garland la cantó para hacerla eterna, y Harold Arlen con E.Y. Harburg la escribieron para la gloria del cine.

“White Christmas”, de la película “Navidades blancas” (Michael Curtiz, 1954), es la canción más vendida y más versionada en toda la historia de la música. La escribió Irving Berlin y claramente la canción perdura más que la película de Curtiz.

“When You Wish Upon a Star”, de la segunda película de animación de Walt Disney, “Pinocho” (Ben Sharpsteen y Hamilton Luske, 1940). Desde siempre Disney entendió y potenció la música en sus películas. El resultado: los numerosos Oscar en las estanterías de sus estudios y multitud de canciones inolvidables. Los autores de esta maravillosa música fueron Ben Sharpsteen y Hamilton Luske.

“High Noon”, escrita por Dimitri Tiomkin para la película de Fred Zinnemann “Solo ante el peligro” (1952). Un tema tan imprescindible en la película como Gary Cooper y Grace Kelly.

“Love is a Many Splendored Thing”, de Alfred Newman, ganó el Oscar en 1955 por la película “La colina del adiós”, de Henry King, con William Holden, Jennifer Jones y Torin Thatcher.

“Sunset Boulevard”, canción que lleva el nombre del título de la maravillosa película de Billy Wilder “El crepúsculo de los dioses” (1955). Un plantel de estrellas como William Holden, Gloria Swanson y Erich von Stroheim, bajo la dirección de Wilder, para el mejor film de todos los tiempos sobre el mundo alrededor de Hollywood.

“Lawrence of Arabia”, de la película dirigida por David Lean y en la que desde entonces se harían inseparables, director y compositor, el gran Maurice Jarre, sin olvidar al tercero que, junto a los otros dos, levantaban la película hasta lo sublime: Peter O´Toole.

“The Bridge on the River Kwai” (“El puente sobre el río Kwai”), escrita en 1957 por Kenneth J. Alford, es sin duda la marcha militar más famosa del cine, tanto como la interpretación de Alec Guinness. David Lean de nuevo en la dirección.

“Out of Africa” (“Memorias de África”), película dirigida por Sidney Pollak, con música de otro genio: John Barry. Este compositor ganó su primer Oscar por “Born free” (“Nacida libre”, James Hill, 1965) y es el creador de la música de James Bond.

“Ben-Hur”. Miklos Rosza recogió la estatuilla por esta maravillosa composición en 1959, en una película con cascada de Oscar, dirigida por William Wyller. Para Rosza era el tercero de su carrera.

“Exodus”, de Ernest Gold, para la película “Éxodo” de Otto Preminger. Aquel año de 1960 tenía un gran competidor: “Los siete magníficos” (John Sturges), pero la calidad de su partitura arrasó con todo.

“Doctor Zhivago” y el tema de Lara son el sello inconfundible de esta otra película de David Lean y Maurice Jarre. Inspiración y talento a raudales. ¿Quién no la ha silbado alguna vez?

“West Side Story” le dio el Oscar a Leonard Bernstein en 1961. Y su música no ha dejado de sonar en todos los tocadiscos y cadenas que se han ido vendiendo desde entonces. La película, dirigida por Robert Wise y Jerome Robbins, es una recreación a lo neoyorquino de la tragedia de “Romeo y Julieta”. El resultado, magistral.

“Chariots of fire” (“Carros de fuego”) de Vangelis consiguió el Oscar en 1981. El tándem del músico griego y el director inglés Hugh Hudson, dio como resultado esta banda sonora clásica e inconfundible.

Podríamos seguir apuntando temas y bandas sonoras que recuerdan imágenes  y momentos del celuloide con los que todos soñamos y nos inspiramos, pero sin ninguna intención de hacer enciclopedia voy a señalar algunos títulos de películas, clásicas y más modernas, para disfrute de todos.

“La guerra de las Galaxias” (George Lucas/John Williams, 1977), la serie “Indiana Jones” (Steven Spielberg/John Williams, 1981, 1984, 1989), “El último emperador” (Bernardo Bertolucci/Ryuichi Sakamoto, David Byrne, Cong Su, 1987), “Tiburón” (Steven Spielberg/John Williams, 1972), “Cabaret” (Bob Fosse/Ralph Burns, John Kander, 1972), “La muerte tenía un precio” (Sergio Leone/Ennio Morricone, 1965), “Cuando un hombre ama a una mujer” (Luis Mandoki/Zbigniew Preisner, 1994), “9 semanas y media” (Adrian Lyne/Jack Nitzsche, 1986), “Charada” (Stanley Donen/Henry Manzini, 1963), “La naranja mecánica” (Stanley Kubrick/Walter Carlos-Rachel Elkind, 1971), “Candilejas” (Charles Chaplin/Chaplin-Ray Rasch, 1952), “Casablanca” (Michael Curtiz/Max Steiner, 1942), “Gilda” (Charles Vidor/Hugo W. Friedhofer y Doris Fisher, 1946), “Lo que el viento se llevó” (Victor Fleming/Max Steiner, 1939), “Anónimo veneciano” (Enrico Maria Salerno/Stelvio Cipriano, 1970), “El tercer hombre” (Carol Reed/Anton Karas, 1949), “Hatari” (Howard Hawks/Henri Mancini, 1962), “Footloose” (Herbert Ross/Miles Goodman & Eric Carmen, 1984), “Fama” (Alan Parker/Michael Gore, 1978), “Love Story” (Arthur Hiller/Francis Lai, 1970), “Cantando bajo la lluvia” (Stanley Donen y Gene Kelly/Herb Brown, 1952), “La Pantera Rosa” (Blake Edwards/Henry Manzini, 1964), “American Graffiti” (George Lucas/Saimon & Garfunkel, Bob Dylan y otros, 1973).

La última parte, de la que no se puede prescindir al hablar de bandas sonoras, es la que nos llega a los aficionados y coleccionistas en forma de consumibles, esto es, los discos, primero en formato de vinilos, ahora en formato digital, en discos compactos. Las portadas, como podemos comprobar en las ilustraciones de este trabajo, son en muchos casos maravillas y objetos de deseo y culto.

La ventaja de poder escribir sobre gustos es que los hay para todos, y si la variedad es la clave, el cine y la música dan para satisfacer cualquier exigencia.

(Este trabajo fue publicado en la revista AGR Coleccionistas de Cine número 20, impresa en noviembre de 2003 y perteneciente a nuestra editorial El Gran Caid. Su autor, Luis Javier Martínez, fue durante muchos años Director General de Buenavista Home Entertainment España, y sigue siendo un consumado aficionado y coleccionista de bandas sonoras).

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el cantor de jazz 1927Piezas de colección notables (todas originales), además de documentos históricos de primer orden. De momento, programas de mano, carteles (póster o afiches) y fotografías. Los primeros representan al coleccionismo más extendido debido a su pequeño tamaño y al número de coleccionistas que hay. El póster personifica un cuadro que puede colgarse y de hecho se cuelga en muchos hogares e instituciones públicas y privadas.

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