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Más de un centenar de niños y adolescentes actores han aparecido en otro número similar de películas que se han estrenado en España desde 2011 hasta hoy (hemos tenido que acotar las fechas porque si no saldrían muchas más). Es una cantidad considerable. Y dado el tirón que tienen los peques y jóvenes en las taquillas de todo el mundo, la oferta va a ir en crecimiento.
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La aparición de niños en la pantalla es tan antigua como en el cine, ya que fueron los mismísimos hermanos Lumière –los inventores del cine– quienes sacaron los primeros peques en la pantalla, concretamente a sus hijos, en las primeras peliculitas que rodaron en su casa, allá por las postrimerías del siglo XIX.
Así que ha llovido mucho desde entonces Y también desde aquel 1914 en que el cineasta danés Benjamin Christensen, saca a un “niño de verdad” como intérprete de su película “El huésped misterioso”. Se llamaba Otto Reinwald, era alemán y tenía 15 años.
Pero nuestro informe no va a hacer un “flashback” cinematográfico, ya que se va a centrar en ese grupo de protagonistas infantiles que han estrenado película desde 2011 hasta hoy mismo. Y concretándolos en una edad que va desde los 6 años (niños/niñas) hasta los 22 (jóvenes), pasando por la adolescencia (alrededor de 15). Debemos avisar que no nos ha sido posible averiguar la edad de todos.
La mayor parte de los actores son norteamericanos. Hollywood, sin duda, siempre ha visto un filón en ellos, desde el debut de aquella diminuta chiquilla llamada Shirley Temple, fallecida el pasado 19 de febrero, que tenía 6 años cuando interpretó “Stand Up and Cheer!”, una película que rodó Hamilton MacFadden en 1934. Entonces solo había una Shirley Temple. Hoy hay tropecientas.
Mencionemos algunos de estos peques que apenas sobrepasan los 10 años (para más datos sobre el actor y la película, vean el recuadro final o el que está situado en nuestra web). Empecemos por las de Estados Unidos: Noah Lomax (“Un buen partido”), CJ Adams (“La extraña vida de Timothy Green”), Finley Jacobsen (“Objetivo La Casa Blanca”), Sterling Jerins (“Guerra mundial Z”), Jessica Tyler Brown (“Paranormal Activity 3”), Iris Apatow y Maude Apatow (ambas intérpretes de “Si fuera fácil”), Megan Charpentier (Mamá”), Kyla Deaver (“Expediente Warren”), Emma Tremblay (“Elysium”) y Annie Rose Buckley (“Al encuentro de Mr. Banks”)
Pero los hay también italianos como Giacomo Bibbiani y Aurora Frasca, intérpretes de “La prima cosa bella”; o Tommaso Neri y Martina Albano de “La soledad de los números primos”. Y daneses como Lucas Odin Clorius (“Superbrorther”) y Annika Wedderkopp (“La caza”). O noruegos: Johan Tinus Lindgren (“La montaña mágica”).
Franceses: Slimane Khettabi (“Una vida mejor”), Owen Shipman (“Dos días en Nueva York”), Kyle Catlett (“El extraordinario viaje de T.S. Spivet”) o Yann Antoine Bizette (“Los canallas”). Y por supuesto españoles, los protagonistas de “Zipi y Zape y el club de la canica”: Oskar Santos, Daniel Cerezo y Claudia Vega (intérprete igualmente de “Eva”),
Hay películas que están pensadas principalmente para varios actores infantiles. Y si detrás tienen cineastas con tirón en el negocio, pues mejor. Tenemos el ejemplo de “Super 8”, donde todos los adolescentes que salían en ella (recuerden que la firma J.J. Abrams) han repetido en películas posteriores: Riley Griffiths, Joel Courtney, Ryan Lee, Gabriel Basso y Elle Fanning (es también la protagonista de “Maléfica”).
O el caso de “Imposible”, la película del español J. A. Bayona, que incorpora a tres actores de las características que comentamos, todos ellos norteamericanos: Oaklee Pendergast, Samuel Joslin y Tom Holland. Se les intuye carrera por delante, al igual que los protagonistas de “Profesor Lazhar” del cineasta canadiense Philippe Falardeau: Seddik Benslimane, Vincent Millard y Sophie Nélisse (la maravillosa intérprete de “La ladrona de libros”).
No debemos olvidar “La guerra de los botones”, esa excelente película igualmente protagonizada, en gran parte, por actores infantiles que dirige el realizador francés Christophe Barratier. En ella, además de otros muchos, destacan Clément Godefroy, Jean Texier y Théophile Baquet. Con no menos protagonistas adolescentes está otra película recientemente estrenada en salas (y muy pronto en vídeo): “El juego de Ender”. En ella, junto a Harrison Ford (una estrella, lo que sucede en algunas ocasiones) participan Abigail Breslin, Hailee Steinfeld, Moisés Arias y Asa Butterfield, quien llegó lanzado desde su estupenda interpretación en “La invención de Hugo”, donde Martin Scorsese dio una soberbia lección de cómo se dirige a adolescentes, pues no solo fue Asa la que despuntó sino también Chloë Grace Moretz (la protagonista del último “Carrie”).
Y prolongando su carrera en nuevas películas que han llegado a nuestras pantallas desde 2011, está Joey King, a quien la hemos visto en dos producciones de género completamente diferente: el “thriller” “Asalto al poder” y el terrorífico “Expediente Warren”. Y Adèle Exarchopoulos, intérprete de “La vida de Adèle” y “Paranormal Activity 4”. O la española Claudia Vega, actriz como hemos dicho en “Eva” y “Zipi y Zape y el club de la canica”. La joven actriz alemana, de origen español, Mercedes Jadea Diaz la hemos visto en “Cuando Papá Noel cayó del cielo” y “Vicky el Vikingo y el martillo de Thor”. Y a otro hispano, Moisés Arias, en “El juego perfecto” y “El juego de Ender”.
No es fácil dirigir a niños actores, ni tampoco a adolescentes. Unos y otros, con frecuencia, ocasionan problemas. Los primeros porque acaban cansándose; los segundos porque el ego les hace dar traspiés fuera del plato de rodaje. Sin embargo, uno de los principales problemas es la legislación existente respecto al trabajo que efectúan durante la filmación de la película. Cada país tiene sus leyes, pero en la mayoría son muy protectoras de los derechos laborales de estos jovencitos: horarios restrictivos de trabajo, descansos frecuentes, familiares entorno a ellos...
Por ello, la habilidad del cineasta para sacarles el máximo durante el rodaje, es clave para que la película se desarrolle en condiciones aceptables y se acabe en el tiempo estipulado. Una cosa parece cierta: si los niños y adolescentes se amoldan al director y a su entorno, es más fácil trabajar con ellos. “La mayoría de las escenas que rodamos con niños sirven para la película, pues su espontaneidad y docilidad ayudan a que se logre el impacto deseado”, dice Saverio Costanzo, director de “La soledad de los números primos”, a quien le tocó bregar en su película nada menos que dos niños (Martina Albano y Tommaso Neri) y dos adolescentes (Arianna Nastro y Vittorio Lomartire).
También opina lo mismo el director canadiense Philippe Falardeau, que se pasó varios meses con un montón de críos en edades comprendidas entre 10 y 15 años para rodar “Profesor Lazhar”. Además, se valió de una instructora de niños, Félixe Ross, para agilizar las cosas. “El director –nos dice–, en general, debe adaptarse a cada actor, sea niño o adulto, con la salvedad de que cuando se trata de un adulto, nunca me preocupa si sabe o no sus diálogos. Por lo demás, con los niños, el plató debe manejarse de una manera más relajada y festiva”.
“Para mí –sigue diciéndonos (y creemos que es lo que piensan la mayoría de los cineasta que dirigen a niños)– en lo referente a la interpretación, mantengo que los niños son capaces de captar las emociones en juego de sus personajes, y que entienden perfectamente que se trata de un trabajo, que no les estoy pidiendo que sean lo que son en la vida real”.
“Obviamente, hay diálogos que reflejan un tanto mi perspectiva por medio de las palabras de un crío. En términos generales, hay una buena cantidad de trabajo que se afronta en preproducción, y en ese sentido tengo mucho que agradecer a Félixe Ross, la instructora de interpretación que atiende conmigo los talleres para niños. Entiende exactamente la dirección hacia la que quiero dirigirme; sin ella, jamás lo hubiera conseguido”.
¿Y qué piensan estos peques que van creciendo película a película y, algunos, ya sobrepasan la adolescencia encaramados a la fama? Así vivió Elle Fanning (una de las cinco pibes de “Súper 8”) la llamada de J.J. Abrams para interpretar su película: “Me dijo –nos cuenta–: ‘Hola, Elle, soy J.J. Abrams, y me haría mucha ilusión trabajar contigo´. Yo me quedé alucinada. Me entraron ganas de chillar, pero no podía porque él estaba al teléfono, así que me callé y escuché. Luego, cuando lo colgó, me puse a dar gritos. Estaba muy emocionada”.
Fanning, que nació en 1998, ya había filmado, como actriz secundaria, “Babel” (Alejandro González Iñárritu, 2006), “El curioso caso de Benjamin Button” (David Fincher, 2008) y “Somewhere, en un rincón del corazón” (Sofia Coppola, 2010) antes de atreverse con “Súper 8”. En la de Abrams era protagonista, como en su último trabajo por estrenar: “Maléfica”, a las órdenes de Robert Stromberg, y al lado de Angelina Jolie (otra estrella).
Para completar esta imagen del actor-niño con futuro, aludamos a otra triunfadora, la canadiense Sophie Nélisse. Acabamos de disfrutar con su interpretación en “La ladrona de libros” de Brian Percival, aunque ya nos había encantado su trabajo en “Profesor Lazhar”. Para Brian Percival, director de “La ladrona de libros” el principal problema para filmarla consistía “En encontrar a Liesel, la niña ladrona. El proceso de selección comenzó en Reino Unido, pero rápidamente se extendió a Europa, Estados Unidos y Australia. Liesel era un personaje difícil de encontrar, pues poseía muchos atributos: la actriz tenía que ser cercana, auténtica, curiosa, voluntariosa, inocente e inteligente”.
Y esas características las encontró, tras entrevistar a más de mil candidatas, en esta jovencita de Windsor (Ontario) que cumplía 12 años en 2011. “Grité como una loca cuando mi agente llamó y me dijo que iba a interpretar a Liesel –afirma–. Me sentía muy feliz porque la historia me gustaba muchísimo. A pesar de que la acción se enmarca en tiempos de guerra, las cosas buenas que hace la gente por los demás son una luz dentro de la oscuridad. Liesel supera los desafíos gracias a su propia voluntad, y al aprender a leer se alza con el control de su vida y de su forma de pensar. La historia te hace ver las cosas de una forma diferente. Y eso me parecía fabuloso”.
Ya ven, habla como una persona mayor. Aunque claro, es el equipo de márketing de la película quien maquilla sus palabras y les da el tono necesario para que tenga efectos publicables. Un niño no habla así, y si nos apuran tampoco los adolescentes. Pero es que tampoco los intérpretes adultos se expresan con semejante claridad. A todos, la oficina de prensa, les pule y, no pocas veces, les colocan palabras, frases e, incluso, entrevistas enteras. Así funcionan estas cosas.
En el periodo del que estamos hablando –aunque podríamos extenderlo a muchas décadas más–, los niños actores se las tienen que ver con producciones que ponen los pelos de punta, por ejemplo, las de terror. En este contexto se han tenido que mover las ya citados Joey King, Ariel Schulman y Elle Fanning. O Isabelle Nélisse y Megan Charpentier en “Mamá”. Pero también hay géneros donde lo pasan bomba, como el fantástico, donde los decorados y efectos especiales les bombean toneladas de adrenalina.
Así les ocurrió a Asa Butterfield y Chloë Grace Moretz en “La invención de Hugo” de Martin Scorsese; o a Abigail Breslin, Asa Butterfield, Hailee Steinfeld o Moisés Arias en “El juego de Ender” de Gavin Hood. Nuestro informe daría para muchos más, pero no se preocupen volveremos en otro momento, pues hay niños, jóvenes y adolescentes para rato.
Piezas de colección notables (todas originales), además de documentos históricos de primer orden. De momento, programas de mano, carteles (póster o afiches) y fotografías. Los primeros representan al coleccionismo más extendido debido a su pequeño tamaño y al número de coleccionistas que hay. El póster personifica un cuadro que puede colgarse y de hecho se cuelga en muchos hogares e instituciones públicas y privadas.
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