El viernes 22 de noviembre de 1963, a las 12:30 horas de Dallas, el Presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy fue asesinado por Lee Harvey Oswald mientras atravesaba la ciudad en un coche descubierto, acompañado de su esposa y del gobernador de Tejas. El asesino, apostado a la ventana del almacén de libros donde trabajaba, le disparó tres balas del calibre 6,5 mm. con un rifle Mannliche-Carcano.
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50 años después, la autoría última de su muerte sigue siendo un misterio, y las especulaciones sobre los verdaderos autores y motivos han dado lugar a toneladas de papel impreso y a millones de kilómetros de celuloide (para cine y televisión). Lo que sigue es la historia de este magnicidio que conmocionó al mundo entero, a través de las principales películas que se han filmado desde casi a ras de los hechos hasta hoy.
Desde la primera de todas –el extraordinario documental de Mel Stuart, realizado y estrenado un año después de los dramáticos sucesos con el título de “Cuatro días de noviembre”– hasta la producción de la National Geographic para la televisión, “Matar a Kennedy”, de Nelson McCormick que se acaba de estrenar, centrando el protagonismo en el asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, y el de su esposa. Sin embargo hay una película anterior, cuya acción se sitúa en los años en que Kennedy fue teniente de la marina, que lleva el título de “Patrullero PT 109”. La dirigió en 1963 Leslie H. Martinson, con Cliff Robertson en el papel de un todavía joven marine.
La mayoría de los casi centenar de títulos que se han filmado en estos 50 años –entre rodajes para salas cinematográficas y televisión– siguen el itinerario de los hechos acaecidos desde que el Presidente es abatido por Oswald, hasta cuando dos días después, éste muere igualmente acribillado por el tercero en discordia de este macabro rompecabezas político todavía por componer: Jack Ruby. De esos días existen cientos de miles de metros de película documental filmada por cámaras profesionales que seguían el cortejo para los noticiarios, así como unos pocos cientos de metros de película rodados por varios de los transeúntes que se encontraban cerca del coche de Kennedy con sus cámaras de súper8.
Sin duda, el documental de Mel Stuart es de lo mejorcito que se ha filmado al respecto, y de hecho ha servido como guía para bastantes de los argumentos que se filmaron después. En “Cuatro días de noviembre”, la cámara (o las cámaras sería mejor decir) siguen al Presidente desde el día que precede a su visita a Dallas hasta el momento en que, tres días después, es enterrado en el Cementerio de Arlington, en Washington. Y exploran el ambiente que se vivió desde el aterrizaje del Air Force One en el aeropuerto Love, hasta cuando los cañones del distrito militar de Washington lanzan como despedida las 50 salvas de honor al ya ex-Presidente.
{jb_quoteleft}Sin duda, el documental de "Cuatro días de noviembre" es de lo mejorcito que se ha filmado al respecto{/jb_quoteleft}La mayoría de las películas sobre el asesinato hacen ese mismo recorrido, y muestran la existencia de fundados temores para pensar que en Dallas podía esperarse lo peor. En ese sentido hay que analizar los esfuerzos de los agentes de policía de la ciudad, inspeccionando en los días previos al 22 de noviembre todos los edificios de la ruta que iba a atravesar la caravana de coches.
Que el miedo a un atentado existía, lo manifiesta igualmente el llamamiento que el Jefe de Policía de Dallas hizo por la televisión para que sus habitantes –la mayoría enemigos de las reformas de Kennedy y del propio Presidente– observaran una buena conducta durante la visita. La verdad es que las calles estaban abarrotadas de vecinos de la ciudad de Tejas, dispuestos a saludarle. El fin de semana anterior, los diarios de la ciudad habían publicado la ruta que seguiría la comitiva del coche presidencial, lo cual favoreció la afluencia de gente y el que los “malos” se prepararan la mejor ventana para disparar. Tamaña estupidez no volverá a repetirse nunca más.
De hecho, en aquel mismo fin de semana, un hombre, bajo el nombre supuesto de O.H. Lee, estuvo practicando en un campo de tiro en las afueras de Dallas (lo señala el documental de Stuart y otras películas, como “JFK: Caso abierto” que Oliver Stone rueda en 1991). También en la mayoría de ellas se ve a Lee Harvey Oswald abandonar, tras dispararle al Presidente, el almacén de libros donde trabajaba, subir al autobús 30 de la calle Marcellus, descender y coger el taxi que conducía William Whalay y que le llevará hasta la casa de huéspedes de la calle North Beckley, donde se alojaba. En esos mismos momentos, y no muy lejos, un sacerdote administraba la extremaunción al Presidente moribundo en el Hospital Parkland de Dallas.
Los argumentos que narran el fatídico día, inciden así mismo en la detención de Oswald por el agente J.D. Trippitt, que cae, sin embargo, abatido por los disparos que le hace el magnicida antes de huir. Otras imágenes nos muestran su entrada en una zapatería con la intención de esconderse, la llamada de la dependienta a la policía, sospechando de Oswald, y la huida de éste –ya va desarmado– hasta que se refugia en el cine Texas, donde finalmente es detenido.
Todo esto ocurre el viernes 22 de noviembre, mientras el día finaliza con el sonido de las campanas de todas las iglesias de Estados Unidos repicando con acordes fúnebres. El sábado 23, mientras en la mayoría de las ciudades del mundo la gente permanece con el oído pegado a la radio y el ojo a la televisión, se suceden los interrogatorios de Oswald en la cárcel. Las cámaras de los noticieros muestran al mundo sus contestaciones arrogantes y provocadoras. Incluso después de haberse encontrado el rifle homicida. Dichos interrogatorios servirán para armar muchas secuencias de las producciones sobre el asesinato, como por ejemplo la citada “Matar a Kennedy”.
El domingo 24 de noviembre –un día soleado en Washington, mientras los caballos conducen el furgón funerario por la Avenida Pensilvania–, en Dallas, Lee Harvey Oswald es trasladado de la prisión municipal a la cárcel del condado. Y es entonces cuando ocurre otro hecho increíble, a la vista de cientos de reporteros y de millones de personas que ven por la televisión a Oswald conducido por los agentes: un hombre con sombrero tejano de anchas alas, propietario de un fastuoso club nocturno, sale de un rincón y dispara sobre el estómago del magnicida acabando con su vida. Es Jack Ruby.
Otra secuencia habitual del listado de películas sobre el magnicidio, es lo que ocurre el lunes 25 de noviembre. Mientras los norteamericanos y todo el mundo no salen de su estupor por la aceleración de los dramáticos hechos, que muchos no dudan en calificar como “golpe de Estado” en toda regla, cientos de cámaras nos muestran la comitiva fúnebre, con Jacqueline y sus hijos de la mano tras el féretro, en dirección a la Catedral de San Mateo de Washington.
Desde aquí seguirá al Cementerio Nacional de Arlington. El cielo sigue azul, aunque las hojas de los árboles no pueden disimular las tonalidades ocres que caracterizan a todos los otoños del mundo. Entre este halo mortuorio de belleza infinita, el furgón cruza el Memorial Bridge del cementerio, y llega al lugar donde reposan miles de americanos famosos y desconocidos, en un abrazo final que cubre la tierra. Se oyen los 50 cañonazos que despiden al trigésimoquinto Presidente de Estados Unidos. Solo en dos ocasiones, las piezas de artillera del distrito militar de Washington realizan este rito: el 4 de julio, fiesta nacional norteamericana, y cuando muere un presidente. A Kennedy le tocó a su pesar.
La mayoría de las películas que se han rodado sobre el asesinato de Kennedy contienen, como decimos, alguno o la mayoría de sucesos narrados anteriormente. Se trata de producciones sobre el propio magnicidio o la presunta conspiración que existía tras él. Algunos ejemplos son “Acción ejecutiva” (1973) de David Miller; “El FBI contra los Kennedy” (1987) de Michael O’Herlihy, con Robert Pine (haciendo de John Kennedy), Nicholas Campbell (de Bobby) y Jennifer Dale (de Jacqueline); “La conspiración de Dallas” (1993) de John Mackenzie, con Danny Aiello dando vida a Jack Ruby, Gérard David a Kennedy y Willie Garson a Lee Harvey Oswald.
Mención aparte merece una producción más reciente (de 2013), titulada “Parkland”, dirigida por Peter Landesman, con Kat Steffens como Jacqueline y Brett Stimely como Kennedy, pero en papeles circunstanciales, ya que la película se construye desde algunos de los protagonistas involuntarios de aquellos días, como los médicos y enfermeras que atendieron al Presidente; los policías, el hermano de Lee Harvey Oswald o el ciudadano que recogió el magnicidio con su cámara de Super8 sin tener idea del valor histórico y documental que tendría más tarde.
Otras películas, como la citada de Oliver Stone, analizan e investigan el asesinato llevado a cabo por el fiscal Jim Garrison años después, personaje que interpreta Kevin Costner. Un tema igualmente recurrente es la crisis de los misiles, con excelentes producciones como “The Missiles of October” (1974) de Anthony Page, y “Trece días” (2000) de Roger Donaldson. En la primera William Devane da vida al Presidente y Martin Sheen a su hermano. En la de Donaldson Bruce Greenwood encarna a John y Steven Culp a Robert. Pero no son los personajes principales, pues la historia se cuenta desde el punto de vista de Kenny O’Donnell, un íntimo de los hermanos y miembro del gabinete presidencial que encarna otra vez Costner.
La vida familiar de los Kennedy a lo largo de los años, hasta el asesinato de John, ha dado lugar a unos cuantos telefilms, así como la relación del Presidente con Marilyn Monroe y otras mujeres, aunque estos devaneos mujeriegos se muestran solo de pasada en la mayoría de ellas. Valgan como ejemplos el largometraje “J.F.K.: una juventud rebelde” rodado en 1993 por Harry Winer, con Patrick Dempsey haciendo de Kennedy y Victor Erdos de Bobby; o la miniserie para televisión “Los Kennedy” (2010) de Jon Cassar, en donde Greg Kinnear, Barry Peppe y Katie Holmes se reparten los papeles de John, Robert y Jacqueline respectivamente.
El personaje de su esposa, también ha merecido varias producciones, en su mayoría para la televisión. Valga como ejemplo “Jacqueline Kennedy, vida privada...” (1981) de Steven Gethers, con Jaclyn Smith en el papel de Jacqueline, James Franciscus en el de John y James F. Kelly en el del hermano.
Como todos los aficionados al cine saben, abundan las películas filmadas en Hollywood o en sus aledaños sobre los presidentes estadounidenses. Pero es John F. Kennedy quien lidera esa abultada filmografía. Un centenar casi de títulos, como decimos, muchos de ellos documentales. Recordemos una vez más “Cuatro días de noviembre”, pero también merecen verse los dos del realizador francés Patrick Jeudy: “Bob Kennedy: L’homme qui voulait changer l’Amérique” (2003) y “Los Kennedy. La tragedia de un clan” (2010). Sin olvidar el que Nigel Turner filma en 1988 con el título de “Los hombres que mataron a Kennedy” y el que Daniel Helfgott rueda en 1992 con el de “The JFK Conspiracy”.
Uno de los problemas principales para rodar películas sobre Kennedy y su familia, era encontrar los intérpretes que se le pareciesen. No obstante, siempre que se han necesitado se han encontrado actores con el suficiente parecido que, luego, el maquillaje acababa de convertirlos en creíbles John, Jacqueline y Bob. Uno de los que más se llegó a parecer a ambos hermanos, fue Martin Sheen, y de hecho los encarnó en dos ocasiones: a Robert en la citada “The Missiles of October” y a John F. en “Kennedy”, la igualmente citada miniserie de televisión filmada en 1983, y donde Blair Brown hacía de Jacqueline.
Sheen ha sido Presidente USA en diversas ocasiones, quizá por ese recuerdo que los americanos tenían de su parecido con los Kennedy. Como Presidente lo hemos visto recientemente en la conocida serie escrita por Aaron Sorkin, “El ala oeste de la Casa Blanca” (1999-2006) donde encarna a un mandatario demócrata ficticio llamado Josiah ‘Jed’ Bartlet (se ha destacado de su parecido ideológico con Clinton).
Hemos hablado de las principales películas que se han filmado sobre John Fitzgerald Kennedy, convertido en protagonista de leyenda gracias a su magnicidio. Seguirán rodándose muchas más en el futuro, sobre su vida privada, antes de llegar a ser Presidente de los Estados Unidos, sobre el periodo que comandó a este país, y sobre su asesinato, nunca hasta ahora aclarado. Quizá nunca se aclare, pero dará para muchas otras producciones que irán saliendo cuando Hollywood lo crea conveniente para la taquilla.
Mencionemos para terminar una película sobre el tema que tratamos, en la que quizá menos protagonismo tienen los Kennedy: la dirigida por Lee Daniels con el título de “El mayordomo”, estrenada este año. Se trata de la historia de Cecil Gaines, el mayordomo de la Casa Blanca (interpretado por Forest Whitaker) durante varios decenios, aunque con la familia Kennedy era todavía un sirviente más. En esta ocasión a Mr. President y esposa dan vida, prácticamente de pasada, James Marsden (al primero) y Minka Kelly (a la segunda).