55 años, 106 largometrajes y una decena de actuaciones para series de la pequeña pantalla, avalan la carrera de la que es nueva Medalla de Oro de la Academia de Cine, Ángela Molina, la hija de Antonio Molina, el que fuera el cantante de coplas con la voz más acústica de la España del posfranquismo, y protagonista de numerosas películas –no tantas como la hija– que fueron auténticos taquillazos en los años cincuenta y sesenta.
Entre “No matarás”, su debut en un papel secundario a las órdenes de César Fernández Ardavín (una película en las entrañas del cine erótico español de la transición), filmado en 1975, cuando solo contaba 20 años, y “At 2:15”, la que está preparando en estos mismos momentos, de protagonista junto a Nick Nolte y la dirección de Maria De Kannon Cle, media una carrera gloriosa.
Y que va escalando poco a poco, sobre todo tras el empujón que le supuso el que Luis Buñuel la eligiese a ella y a la igualmente casi debutante actriz francesa Carole Bouquet (a la que también impulsó al estrellazgo y a modelo de Chanel), para sustituir a Maria Schneider en “Ese oscuro objeto del deseo” (1977), papel que desdobló entre ambas tras el despido fulminante de la protagonista de “El último tango en París”, al enfrentarse al cineasta español.
Pero si Luis Buñuel la lanzó al mundo, fueron Jaime Camino primero y Manuel Gutiérrez Aragón después, quienes, respectivamente, con “Las largas vacaciones del 36”, filmada en 1976, y “Camada negra”, un año más tarde, la situaban entre las actrices jóvenes prometedoras del cine español del posfranquismo.
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El salto a Italia, el país que le acoge como suya y la adora, lo hace, curiosamente, en España, a las órdenes de Gillo Pontecorvo, que viene a Madrid en 1979 a filmar con Gian Maria Volonté, “Operación Ogro”, una película que por su tema –el asesinato de Carrero Blanco– tiene dificultades durante todo su rodaje en las mismas calles donde tuvo lugar el magnicidio. Ángela, en esta película, hace el papel de una de las etarras, Amaiur.
Y a partir de entonces, la actriz española empieza su carreta italiana, que simultanea con España, trabajando en el cine francés, el alemán y en coproducciones internacionales. El gran cineasta italiano Luigi Comencini la llama en 1979 para interpretar su película “El gran atasco” (compartiendo cartel con otro gran actor español: Fernando Rey), Elio Petri para “Buone notizie” (1979), Marco Bellocchio para “Gli occhi, la bocca” (1982) y Lina Wertmüller para “Camorra: contacto en Nápoles” (1985).
“Es una actriz extraordinaria, temperamental, llena de fuerza y con una mirada apasionante”, me dijo en una ocasión la Wertmüller de ella. También Buñuel me expresó personalmente su satisfacción por el trabajo que le hizo en “Ese oscuro objeto del deseo”. “Enseguida vi que su personalidad y su genio concordaban perfectamente con el papel que me había imaginado para ella, opuesto al que hace Carole Bouquet”. Ambas eran Conchita, con una personalidad distinta y mezclada en ambigüedades y equívocos que traen por la calle de la amargura a Mathieu, el personaje que interpretaba Fernando Rey.
Sin duda, la Medalla que acaba de entregarle la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España la tiene bien merecida. Es una de las intérpretes actuales españolas que, desde los años setenta, y junto a los varones, han llevado el arte y el talento de nuestros actores por el mundo. Nos referimos a Victoria Abril, Penélope Cruz, Lola Dueñas, Rossy de Palma, Carmen Maura, Elsa Pataky, Jordi Mollá, Antonio Banderas, Assumpta Serna, Paz Vega, Daniel Brühl, Javier Bardem o Eduardo Noriaga. AGR