La espantada a última hora del Ministro de Cultura, José Ignacio Wert, le impidió oír en directo las palabras del Presidente de la Academia, Enrique González Macho que iban dirigidas a él y a su gobierno: “En los últimos tiempos –leía el en otro tiempo propietario de la desaparecida distribuidora y productora Alta Films– se han cerrado unas 400 salas de cine (entre ellas algunas de su propiedad, los complejos Renoir), se han mermado las empresas auxiliares y se han perdido varios miles de puestos de trabajo”.
“La disminución de la recaudación en los cines –siguió diciendo–, debido a la pérdida de espectadores, se estima en 102 millones de euros, lo que se traduce en que por cada euro que ha recaudado la hacienda pública, la cinematografía española ha perdido dos”. Y no solo las salas están en situación crítica, sino que como recordó igualmente González Macho, “Los mercados de vídeo están agonizando, y los emergentes procedentes de internet siguen sin tener ningún peso económico, tres años después de la famosa polémica de que el futuro de este mercado era para ya: pues bien, el futuro no ha sido para ya y, desgraciadamente, va a tardar bastante”.
Deja Vu. La gala 2014 de los Goya mostró algo parecido a lo de otros años. Nuestro cine se cae a pedazos, por razones económicas, por falta de apoyo gubernamental, por desinterés e ineficacia de las autoridades del Ministerio competente con la industria del cine, Menos mal que, a pesar de todo, “No ha bajado su calidad, lo que demuestra que nuestro poder creativo siga íntegro, aunque cada día que pasa tenga mayores dificultades para expresarse”, aseguró el Presidente de la Academia.
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Deja Vu decimos. Es lo que viene pasando desde hace años. No solo desde que comenzó a gobernar el PP, sino desde la etapa del PSOE de Zapatero, quien desautorizó en el último momento de su gobierno a su Ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, cuando estaba a punto de presentar su ley. Una parte de la cual, se apropió el nuevo gobierno de Rajoy, sacándola en su segundo consejo de ministros –con gran alegría de todo el sector cinematográfico–, pero que no ha servido para nada, ya que la ha mantenido desactivada durante estos más de dos años de gobierno.
En resumen: lo mismo que hace un año, que dos... Y lo peor de todo: que este desinterés por nuestro cine y por la Cultura en general (el libro está aún peor que el cine a causa de las descargas ilegales), lleva camino de eternizarse, según el Presidente de la Academia: “La piratería sigue campando por sus respetos, cada día con más fuerza, sin atisbo de que esta tendencia cambie. Aunque tengamos puestas muchas esperanzas en la nueva Ley de Propiedad Intelectual, que también se nos anuncia, de momento sigue aparcada; como se anuncian otras muchas cosas que no llegan”.
