¿Cuánto cuestan los espectáculos relacionados con el cine? ¿Son caras las entradas a las salas? ¿Y los alquileres de las novedades en el videoclub? ¿O las descargas desde las plataformas de VOD? ¿Vale lo mismo comprar una entrada de cine en Cádiz que en Madrid u Oviedo? ¿Cuesta lo mismo alquilar una novedad en Ciudad Real que en Euskadi o Galicia? ¿Y tienen el mismo precio todas las plataformas digitales para sus películas de estreno?

Son preguntas que vamos a tratar de contestar en este trabajo que nuestro equipo ha realizado a lo largo del pasado mes de enero.También vamos a mostrar que tanto las salas como los videoclubs o las plataformas digitales ofrecen variadas promociones (sobre todo las salas) para atraer al público.

Al final del reportaje publicamos un cuadro en el que podrán ver los precios de los espectáculos por ventanas, de un tirón. Ustedes mismos podrán decir si, en España, ir a ver una película a un cine, alquilarla en un videoclub o descargársela desde su casa, es costoso o no.

Tengan en cuenta que trasladarse a una sala lleva consigo unos extras, como el gasto de gasolina, el aparcamiento, las palomitas y –lo más gravoso de todo– que cada miembro de la familia paga su entrada.  Además, ésta solo permite un solo visionado.

También ir a un videoclub supone el gasto de traslado, sobre todo desde que la mayoría han cerrado y se han alejado de los hogares. Sin embargo, alquilar una película es para que la vea toda la familia o el grupo de amigos, y se puede reproducir las veces que se quiera durante el tiempo que dure la contratación (por lo general dos días).

Bajársela desde una plataforma es más barato, pues se hace desde el propio hogar. Así que el costo de su visionado se reduce al precio que le ponga cada plataforma. Entonces, ¿por qué este visionado directo en casa es más caro que si alquilamos una película en el videoclub? Así se desprende de nuestra investigación (ver cuadro).

Para nuestro estudio, hemos elegido diversas regiones y ciudades españolas. En cuanto a los cines, dado que éstos se encuentran –la mayoría– ligados a diversas empresas, hemos seleccionado las que operan en varias comunidades españolas, y dentro de ellos a una ciudad. Así, nos hemos decantado por los Cinebox (Huelva), Alandaluz (Sevilla), Golem (Bilbao), Broadway (Valladolid) y los madrileños Yelmo, Cinesa, Renoir y Kinepolis.

Igual vara de medición hemos utilizado para los videoclubs, a los cuales les hemos preguntado (a los dueños de 22 tiendas situadas en las zonas de Euskadi, Ciudad Real, Guadalajara, Madrid, Málaga, Sevilla, Galicia, Valencia, Cáceres, Barcelona, Cádiz, Zaragoza e Ibiza) por los precios de los alquileres de las novedades.

Respecto al VOD, hemos estudiado los importes que detallan en sus páginas webs las plataformas más visitadas por los consumidores españoles que no piratean. Concretamente, las de Movistar, Yomvi, Ono Televisión, Filmin, iTunes, Google Play, Nubeox y Wuaki.tv.

Pues bien, empezando por el cine, y respondiendo a la pregunta de ¿si vale lo mismo comprar una entrada en Cádiz que en Madrid u Oviedo?, según los datos del cuadro que mostramos, no vale lo mismo. Además, los precios entre las ciudades grandes y las más pequeñas varían considerablemente. Aunque depende del tipo de película y de la sala que la proyecta.

Por ejemplo, los madrileños cines Renoir, donde se exhiben solo una parte de los estrenos que hay cada semana, el precio de las entradas son asumibles por la mayoría de los públicos (7,50 €).

Al menos comparado con lo que cuesta una butaca en la sala VIP de los Warner Lusomundo de Madrid (11,5€); lo mismo que la sala similar de los Cinesa Equinocio, también de Madrid (11,62€); son los precios más caros que hemos encontrado (y solo por ofrecer una comodidad que existe en una buena parte de otras salas de España).

Comprar una entrada en los cines de la cadena Cinesa UGC (en Manoteras, Madrid) cuesta 10,42€, el importe más alto entre las salas que hemos analizado de la comunidad madrileña. Le siguen los Cinesa Equinocio citados (9,50€), los Yelmo de San Sebastián de los Reyes, que cobran 9,20€, los Kinépolis Diversia de Alcobendas (8,50€) y –ya más alejados– los también citados Renoir Princesa (7,50 €).

Fuera de la capital, de las tres comunidades en que hemos centrado nuestra atención (Andalucía, Castilla-León y Euskadi), los cines con la entrada más cara se encuentran en el barrio bilbaino de la Alhóndiga, donde están situados los Golem (7,80€). En las dos ciudades de la comunidad andaluza, el precio es bastante más asequible: entre los 4€ que cuesta, de lunes a jueves, en los Alandaluz de Dos Hermanas (Sevilla), hasta los 6€ en los mismos, de viernes a domingo, el mismo importe que en los Cinebox Aqualón de Huelva durante toda la semana.

Y para terminar en este ejercicio de comparaciones, traemos el ejemplo de unos cines excluidos del concepto de cadena: los Broadway de Valladolid. Aquí, la entrada por asistir a una proyección, cuesta 8€. Un precio razonable si lo confrontamos con muchos de los que ya hemos visto.  

Como se ve, hay precios para todos los gustos. Y algunos se salen de madre. Pero la mayoría tienen descuentos y promociones que exponemos en una de las columnas de la tabla y que no son los únicos, pues cambian todos los meses o, incluso, semanalmente.

Por ejemplo, los cines Yelmo de San Sebastián de los Reyes, al precio fijo de la entrada (9,20€), los mayores de 65 años le restarán 2,25€, que incluso puede ser más barata (otro euro y pico más) si se guarda la localidad y la presentan en la siguiente sesión (esta promoción es para todas las edades, y siempre hay una fecha tope).

También se benefician de los descuentos que realizan la mayoría de las cadenas, los jóvenes hasta una cierta edad (fijada por la empresa), los que vayan a los cines durante el día del espectador (habitualmente los miércoles) y los niños. Así pues, el precio de la entrada desciende en la mayoría de las salas españolas si los espectadores hacen gala de estas y otras promociones que las cadenas lanzan de vez en cuando.

Entramos en el ámbito de la segunda ventana: la de los videoclubs, aunque de un tiempo a esta parte, este puesto ya no lo ostenta en exclusiva, pues las plataformas digitales suelen estrenar al mismo tiempo que la película sale por primera vez en alquiler en las tiendas, e incluso (como en iTunes) se adelanta unos días.

Como se ve en el cuadro, hemos preguntado por el precio al que alquilan las novedades a 22 videoclubs (uno es un cajero automático, ubicado en Galicia), 21 de los cuales están situados en la península y uno en las Islas Baleares, concretamente en Ibiza. Los peninsulares realizan su actividad en Euskadi (2), Ciudad Real (2), Guadalajara (1), Madrid (6), Cádiz (2), Málaga (1), Sevilla (1), Galicia (2), Valencia (1), Cáceres (1), Barcelona (1) y Zaragoza (1).

El precio medio de alquiler en todos ellos (debido a la ley de protección de datos solo podemos informar de las localidades donde se encuentran) se sitúa en los 2/3€, subiendo a los 4€ en uno de los videoclubs madrileños (un precio realmente ventajoso), y bajando hasta los 1,20€ en uno de los de Cádiz. A 2€ alquilan 5 tiendas: las de Euskadi, la de Málaga, Valencia y Cáceres. Un poco más alto (entre 2 y 3€) cobran las videoclubs encuestados en Ciudad Real (a 2,10€), los de Madrid e Ibiza (a 2,50), el de Sevilla (2,60), el de Guadalajara (2,70) y el de Zaragoza (2,95€).

Y ya en la escala de los 3 o más euros, además de los mencionados, también alquilan a ese precio el videoclub barcelonés al que hemos preguntado y otro de Madrid (ambos a 3€). En la capital se encuentran otras dos tiendas que alquilan a 3,50 y 3,60. Sin olvidar el ya citado de Galicia, que en realidad es un cajero automático, y tiene una tarifa típica de estos negocios (alquiler por horas, en este caso, siete por 1€).

¿Caro o barato? Habrá opiniones para todos los gustos. Pero una cosa es cierta: en estos momentos, el videoclub es el negocio más barato para consumir ocio de cine, porque las plataformas digitales se sitúan entre los 4€ y 5€. Y ya hemos visto el precio de los cines, con la desventaja para éstos de que cada espectador paga su entrada; no como en los videoclubs o el VOD, donde un grupo numeroso de personas pude beneficiarse de un solo alquiler o una sola descarga.

También vemos en el análisis de los videoclubs, que los precios son muy similares en toda España, con las excepciones mostradas. Se preguntarán ustedes por qué un videoclub puede cobrar hasta 4€ el fin de semana, y otros 1,20€. Hemos preguntado a los propietarios de estas tiendas y todos se hacen eco de la siguiente razón: la piratería. Ésta parece ser que es la causa de que el alquiler físico esté en las cifras mencionadas.

“Mis clientes –nos dice uno de estos propietarios– me han dicho que no pagan más porque les parece caro, ya que en internet las mismas películas están gratis. Y además mucho antes de que las tengamos en el videoclub”.

Seguramente hay que felicitarse de que haya usuarios aficionados al cine que prefieran gastarse unos euros en alquilar una película que descargársela gratis. Aunque para esto también hay respuesta: “Vienen –nos dice la misma fuente– porque nuestras películas se ven y escuchan mejor, y están completas”. Algo es algo para los tiempos que corren.

Lo que pasa en los videoclubs podemos casi calcarlo en el modelo de las plataformas digitales. Aunque aquí, la competencia por el todo gratis está más cerca del consumidor: simplemente, y sin moverse de casa, le basta con hacer una búsqueda de la película y le salen numerosas webs desde donde se la puede descargar gratis.

Las plataformas que hemos analizado cobran por la descarga unos 4€ para alquileres en calidad normal y 5€ para visionados en alta definición. Salvo Google Play, que cobra un euro menos en ambos casos. Un visionado, por cierto, que en ciertas plataformas webs, como Filmin, iTunes o Nubeox, únicamente se pueden ver a través del pecé,  tableta o teléfono móvil. Y en el caso de  las  plataformas de televisión, en las pantallas de casa, previo pago de la cuota mensual correspondiente. 

¿Y en televisión? En la inmensa mayoría de receptores que hay en los hogares, todavía no es posible, salvo quienes disponen de los Smart TV que comienzan a ser asequibles para los consumidores (los tienen desde 400€ hasta los  2.000€ de la ultima novedad). Además deben conectarlos a internet, algo que muchos de los usuarios de estos aparatos no hacen.

A este respecto podríamos hablar de dos compañías como las únicas que  están, a día de hoy, disponibles en todas las plataformas (web y TV). Nos referimos a Yomvi, que permite alquilar las novedades a través de la web sin tener que ser abonado a Canal Plus, y Wuaki.tv que tiene instalada su aplicación en la mayoría de las Smart TV que se comercializan en nuestro país.

Nadie duda de que en unos años, las descargas de las plataformas de internet se podrán ver en las pantallas de los televisores de casa, pero en España (y pensamos que en muchos otros países), aun falta tiempo para que se produzca una penetración que suponga una seria competencia para el videoclub tradicional.

Y no solo para éste, sino también para el cine, que aunque disfruta de la primera ventana, sus precios seguirán al alza, por lo que la gente que disponga de televisores cada vez con mejor calidad (4K o ultra definición), no le importará esperar a que salgan muchos de los títulos en formato físico o en VOD.

Mientras tanto, las plataformas digitales tendrán que luchar contra los obstáculos que aun percibe el consumidor: necesidad de conectar el ordenador a la televisión o pagar la cuota correspondiente en la plataforma para poder alquilar las novedades o el catálogo.

Los tres modelos de visionado cinematográfico tienen sus ventajas e inconvenientes. El cine dispone del primer visionado (si no contamos con la descarga ilegal) y de la magia que sigue teniendo ver una película en la gran pantalla, pero es la opción más cara desde todos los puntos de vista. Alquilar en el videoclub se sitúa como la alternativa más barata, pero hay que ir a él, lo cual encarece el visionado.

El VOD es la opción más barata, si se tiene en cuenta que se hace directamente sin salir de casa. Pero en su contra tiene que la mayoría de los usuarios, todavía, no pueden (o no saben)  verlo en el televisor,  y eso reduce mucho el público que puede acceder a sus contenidos. Así que, para el futuro próximo, las espadas están en el aire. Y la tarta del negocio todavía por decidir.