Aunque les asombre, se llamaba María de los Ángeles López Segovia, pero acabó rebautizada como Lina Morgan en su papel de actriz, donde ha brillado con luz propia y se ha prodigado de éxito en éxito: en el cine, la televisión (con sus desternillantes series) y en el teatro (en su coso de La Latina, donde su ubicó en los últimos decenios, tras comprarlo y lucir ahí su pátina como intérprete del burlesco más español de las últimas décadas.
Había nacido en Madrid (el 20 de marzo de 1937). Madrileña, pues, hasta la cepa (como solía decir). Pero admirada, además de en la Corte, en el resto de España: desde Cataluña hasta el País Vasco, pasando por cualquiera de los territorios que forman nuestro Reino. Pues su humor arrastraba al público de cualquier rincón de España. Humor con los gestos, contorsiones del cuerpo y con la palabra. Todos se reían, cuando la veían y la escuchaban, hasta partirse de risa. Insistimos: tanto en el cine como en el teatro. Maticemos: un teatro que se cruzaba con la revista y viceversa.
Para este último (o última), como decimos, se enroscó en el madrileño barrio de La Latina, conde su homónimo teatro llenó noches, semanas y años enteros con obras como “El último tranvía”, “La marina te llama”, “Casta ella, casto él” o “Celeste no es un color”. En su libro “El cine español en sus intérpretes”, Carlos Aguilar y Jaume Genover, dicen de ella lo siguiente: “Por encima de los reparos, y de todo tipo, que pueden esgrimirse en su contra, es un caso especial de poder de convocatoria a través de los años, y por lo tanto hacen de ella uno de los fenómenos sociológicos de mayor envergadura jamás alumbrados por el espectáculo teatral en España”.
Y en el cine, donde pasaba lo mismo. Hizo casi 50 películas. Siempre con éxito. De hecho, muchos de sus argumentos fueron a parar a La Latina. Y viceversa. Jóvenes, adultos y la "tercera edad" hicieron cola en todos los cines de España para ver sus películas, que casi siempre dirigía Mariano Ozores e interpretaban, en el papel de galán (a remolque de Lina), Alfredo Landa, José Luis López Vázquez o José Sacristán.
Fueron títulos (además de los ya citados para el teatro) como “Soltera y madre en la vida” (Javier Aguirre, 1969, “Una pareja... distinta” (José María Forqué, 1974), “La graduada” (Mariano Ozores, 1971), “La descarriada” (Ozores, 1973), “La llamaban La Madrina” (Ozores, 1973), “Fin de semana al desnudo” (Ozores, 1974, “Los pecados de una chica casi decente” (Ozores, 1975), “Imposible para una solterona” (Rafael Romero Marchent, 1976) o “Hermana, pero ¿qué has hecho?” (Pedro Masó, 1995).
Y luego llegó la televisión, donde se prodigó en series y estrenos tv como “Compuesta y sin novio” (1994), “Hermana, pero ¿qué has hecho?” (1995), “Hostal Royal Manzanares” (1996-1998), “Una de dos” (1998-1999), “¿Se puede?” (2004), “Aquí no hay quien viva” (2005), “Escenas de matrimonio” (2007-2008) o “Cómo nos reímos” (2013), su último trabajo para la pequeña pantalla, y en cierta manera su despedida profesional, ya que a partir de esa fecha, con 78 años a cuestas y la enfermedad cercenándole su humor y sus aspavientos, se encerró en su hogar para ir despidiéndose de la vida.
Y eso es lo que ha hecho hoy, en un mutis casi silencioso que no nos debe hacer llorar, sin, por el contrario, desplegar la sonrisa que siempre nos salía cuando la escuchábamos. Cierto, deja un hueco gigantesco que nadie ha rellenado hasta la fecha, y dudamos que haya alguien que lo consiga.
Vivimos una época en la que la mayoría de los humoristas hacen reír con chistes zafios, vulgares, pornográficos y llenos de palabrotas sin venir a cuento. Otros, los que ejercen su humor en televisión, aprovechándose de montajes burdos, rellenos de aplausos tramposos en off.
La falta de recambios que, en el siglo XXI, den el tono a humoristas y cómicos del XX como Lina Morgan, Gila, Cassen, Martes y Trece, Chiquito de la Calzada o Eugenio, dejan huérfano por ahora al espectáculo de los cómicos de la legua en España. Te echaremos de menos, Lina. Aunque seguiremos recordándote y riéndonos a través de tus películas.