Como informábamos en una noticia anterior, Netflix había pisado el acelerador en Francia, logrando que su mercado digital, tras sufrir una caída moderada durante los últimos años de un 7% -debido principalmente al descenso en la demanda de contenidos a través de las plataformas de televisión, así como al estancamiento de la venta y el alquiler “online”-, diese un vuelco en 2014, siendo el origen de una buena parte de ese crecimiento, en concreto del 38% respecto a 2013.
Ahora parece que la plataforma que comanda Reed Hastings tiene sus ojos puestos en España. Ya había intentado en el pasado el desembarco, aunque la buena salud de las plataformas digitales tipo Canal +, desaconsejó al final que abriera una línea de negocio en nuestro país. Se trataba de una época (entorno a 2005) en la que se preveía una caída de nuestro mercado físico, donde internet era todavía un sueño para la mayoría de los hogares españoles, y en la que las previsiones apuntaban a que la piratería se afianzara e incluso creciera en la red, cosa que ha sucedido.
Entonces, ¿qué le hace pensar a Hastings y a su equipo que las cosas ahora le van a ir bien en España? ¿Teniendo en cuenta, además, que nuestro país es el que más vulnera los derechos de autor en Europa, y es también uno de los más piratas del mundo? ¿Y con las pruebas palpables de que nuestro actual gobierno no ha hecho nada para detener esa crecida de usuarios que se descargan películas desde las numerosas plataformas ilegales situadas en el vientre de las telecos?
Si la plataforma de distribución de video estadounidense Netflix se instala en España con la política que está ofreciendo a los consumidores franceses, es decir una suscripción a 7,99€, por la cual pueden ver un amplio paquete de series y películas al mes, ¿acertaría?
Se ha comprobado, sin embargo, que en España, por más ofertas que hacen nuestras plataformas legales “online”, las descargas ilegales siguen en aumento, o sea que los usuarios optan por el cine gratis. Francia también tiene su porcentaje de descargas ilegales (entorno a 15% según algunas fuentes), pero es una cifra razonable que deja mucho margen para que las web legales puedan obtener beneficio.
La revista inglesa IHS Technology estima que los ingresos que las suscripciones a plataformas de distribución “online” en Francia crecerán de los 23 millones de euros del 2013 a unos 62 para este 2015. Es una cifra muy importante, a la que ni siquiera se puede aproximar la del conjunto de los ingresos de la decena de plataformas legales españolas.
Según la citada revista, Francia cumple las condiciones idóneas para el crecimiento de su mercado online. En primer lugar porque se prevé que las conexiones a internet de alta velocidad lleguen al 68% de los hogares franceses en este 2015. A lo que se suma un fuerte crecimiento de los dispositivos conectados a la red, tipo Smart TV o similares. Pero, sobre todo, porque los niveles de piratería que el mercado galo tiene a día de hoy, dista bastante de lo que los profesionales de nuestro mercado tienen que lidiar en su día a día.
Así pues, ¿en que se basa Netflix para pensar que rentabilizaría su línea de negocio en España en la situación de quiebra en que se encuentra nuestro mercado físico y “online” (a pesar de que este último trate de ofrecer una idea contraria)? No lo sabemos, aunque sabemos que la empresa californiana, cuya sede central se ubica en la pequeña población de Los Gatos (perteneciente al condado de Santa Clara), ya se ha puesto en contacto con las principales major de Hollywood y algunos distribuidores independientes, para obtener una buena parte de su catálogo en exclusiva para 2015.
¿Y por qué para el año que viene? Sencillamente, porque en los planes de Hastings está inaugurar la plataforma Netflix a partir del primer trimestre de 2016. No obstante, las fuentes consultadas por nuestra revista en medios cinematográficos y videográficos de nuestro país, nos informan que “La entrada aun no está decidida, y que se trata simplemente de un amago para poner nerviosos a nuestras compañías “online” y a lograr que los productores nacionales salgan, en racimo, corriendo a venderles sus películas, y así decidir ellos los precios que pagarían”.
“La verdad, no sé qué incentivos, en este momento, encuentra Netflix para abrir sede en España –nos dice el jefe de compras de una plataforma española–. Tal vez disponga una barita mágica escondida bajo la manga, pero, ahora mismo, si el Gobierno no cierra a golpe de decreto las principales plataformas de descarga pirata que operan en nuestro país, ni Netflix ni ninguna compañía, por más ofertas e inversiones multimillonarias que quiera hacer, logrará más de lo que hemos conseguido nosotros: y es prácticamente nada”.
Tampoco la situación de España, inmersa en unas elecciones en las que el Gobierno y el partido en el poder, se juegan su permanencia en las principales instituciones del estado, juega a favor de esa quiebra de la piratería “online” en nuestro país. ¿Por quién votarían los que se descargan gratis las películas si se les quita, de golpe, esa opción?