Domingo, 28 Julio 2013 06:28

Se imponen las sagas como negocio de presente y de futuro

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La Historia del Cine comenzó con secuelas o continuaciones. Se llamaba cine de episodios, capítulos o jornadas. Si una película tiene muchas continuaciones es que le acompaña el éxito. Y eso parece que ocurre ahora otra vez con numerosas producciones de Hollywood. Aunque hay alguna nacional, como Torrente, que pronto cumplirá su quinta entrega.


Lo más reciente lo tenemos a la vuelta de la esquina: en vídeo sale para este verano “Iron Man 3” (de Shane Black), estrenada por Walt Disney; y en salas (el 15 de julio), la última entrega de Star Trek, que estará en DVD y VBD (Vídeo Bajo Demanda) quizá para otoño. La estrena Paramount con el título de “Star Trek: en la oscuridad” (dirigida por J.J. Abrams). Es la segunda saga más larga de la historia moderna del cine –después de la del Agente 007–, con 12 largometrajes ya estrenados y 6 series (una de ellas de animación) con un montón de capítulos.

Ya exhibiéndose (a través de Warner) en vídeo –físico y digital– “El Hobbit, un viaje inesperado”. En realidad no es el cuarto capítulo de “El Señor de los Anillos” (todas dirigidas por Peter Jackson), pero está arropada por esa trilogía –en éxito– y, además, su personaje principal, Gandalf, es uno de los héroes principales de la misma. Su excelente acogida en taquilla ha llevado a Jackson a preparar dos producciones más. Y retorna, en esta misma compañía, Supermán, el héroe de una saga que se inicia por los años cincuenta y que tiene su último capítulo en “El hombre de acero” (Zack Snyder), cuyo estreno tiene lugar el 21 de este mes.

En nuestro trabajo nos vamos a centrar en aquellas películas que llevan al menos tres entregas y tienen anunciada o hay visos de que se inicie la siguiente muy pronto, dado el éxito de la anterior (ver cuadro 1 en www.tercermercado.com). En una época en la que escasea el público de pantalla, al menos en España, las grandes producciones son una apuesta segura para las compañías de Hollywood. Su área de distribución es global, así que si les va mal en algún territorio, en el conjunto del mundo la taquilla acabará de su lado.

Es cierto que las sagas tienen una característica muy definida en el argumento: son, en el vulgar lenguaje de los aficionados y profesionales de la industria cinematográfica, películas de acción (con alguna salvedad, como veremos). De las 43 que hemos elegido como ejemplo para nuestro reportaje (ver cuadro 2 en www.tercermercado.com), 13 son “thriller”, algunos con combinados de ciencia ficción (“Robocop”, “Soldado universal”) y terror (“El silencio de los corderos”).

Pero cine policiaco, en esta vertiente de la saga, es el que nos aporta cada dos o tres años James Bond, un personaje que ya lleva 25 entregas desde que apareciera la primera en 1962 (“Agente 007 contra el Dr. No” de Terence Young) y que ya anuncia las dos próximas para 2016 y... Es decir que hemos tenido un estreno 007 cada dos años. Han surgido otras sagas policíacas, que no le hacen sombra a la del agente británico. Entre otras, “La Jungla de cristal”, Bourne o “Misión: Imposible”.

También suman 13 las sagas que situamos en el listado de ciencia ficción. Y como tal entendemos, sobre todo, al género de las películas del espacio profundo (con extraterrestres que nos visitan o que encontramos en algún viaje galáctico), pero también al que nos ofrecen personajes nacidos en nuestro propio planeta, con mutaciones, magos, inmortales y algún otro ejemplo que, en su trama, roza igualmente el “thriller” o el cine de terror.

¿O es que no podría ser terror en vez de ciencia ficción (como ha sido catalogado) el asunto de “Los juegos del hambre” si las televisiones siguen obteniendo cada vez mejores resultados en la manipulación de las audiencias, y éstas están dispuestas a tragarse programas como el que nos muestra la película de Gary Ross, con precedentes como “Rollerball ¿Un futuro próximo?” (Norman Jewison, 1975) o “La muerte en directo” (Bertrand Tavernier, 1980)?

No creemos (aunque nunca se sabe) que aparezca próximamente en nuestra sociedad global un Spiderman, un Batman o un Supermán que nos salven de los malos, o que la magia –llegue a través de Harry Potter o de algún otro brujo– empiece a cambiar el curso de nuestras vidas; sin embargo, el cine está dispuesto a mostrar sus propiedades curativas para la taquilla, con personajes cada vez más sofisticados en cuanto a efectos especiales, que es la característica más evidente de sus películas.
¿Veremos algún día aparecer en el cielo una nave de otros mundos que nos evidencie que existen seres en ellos, no sabemos si para bien o para mal del nuestro? Quizá. Pero lo que sí surgirán, quizá en unas pocas décadas –si antes no nos hemos devorado entre nosotros–, serán naves construidas en la Tierra tipo Enterprise u otras parecidas, surcando nuestros cielos y aventurándose con velocidades cada vez más potentes en las galaxias que nos circundan.

Como la mayoría de nosotros no lo veremos, el cine seguirá haciéndonos soñar e imaginar –con cierta visión de aventureros– en esos espacios profundos y tiempos futuros que narrarán las nuevas entregas de Star Trek y Star Wars. Y soñaremos igualmente en las consecuencias que nos deparará la visita de bichos extraterrestres como el alien belicoso que se cuela en la “nave” capitaneada por Ridley Scott en 1979 (“Alien: el octavo pasajero”). Acabamos de ver, por cierto, su último viaje con la enseña de “Prometheus”, igualmente comandado por Scott. Viaje que acaba en desastre, pero del que se salva una humana y un robot, cuyas peripecias las veremos en la siguiente entrega.
Y si la aparición de este alien supuso para el cine uno de sus mayores sustos y terrores, las películas de tal género han creado sus propias sagas que convierten a la taquilla en un circo de los horrores. Y si no que se lo digan a ese maldito “Viernes 13” que Sean S. Cunningham nos regaló en 1980, y al que han seguido otras 11 entregas. Las mismas que prorrogaron a la que John Carpenter fabricó (en celuloide) con el título de “Halloween”.

Y si pesadillas y películas terroríficas ha habido, ninguna como las que transcurren en esa calle de Elm Street, donde Wes Craven sitúa al sanguinario Freddy Krueger por primera vez en 1984 (“Pesadilla en Elm Street”). Siete entregas se han colgado desde entonces. Y cuatro de “Scream”, un producto del género creado en 1996 también por Wes Craven. Y cinco de “Resident Evil” (2002-2012), una más de las que ya nos ha dado “Underworld”, cuya primera aparición la firmó en 2003 Len Wiseman.
Pero si Krueger y su secuela dan pánico, no digamos el que suscitan las intervenciones del doctor Hannibal Lecter desde su primaria presencia en “El silencio de los corderos” (Jonathan Demme, 1991). Tras ésta han venido otras tres entregas que, aunque no tan horripilantes como la primera, tampoco son para públicos sensibles. Más accesible para éstos quizá sea “La saga Crepúsculo”, la más reciente visita vampírica a la pantalla (cuyo primer capítulo se enciende en 2008 bajo la dirección de Catherine Hardwicke). La adaptación de la serie de libros de Stephenie Meyer ya ha acabado, pero… ¿Quién sabe? El dinero es capaz de resucitar casi todo. Además, se ha iniciado la trasposición al cine de la nueva saga literaria de la misma autora, esta vez con extraterrestres como protagonistas: “The Host (La huésped)”: ¿cuántas más habrá?

Volemos hacia el cine de aventuras. Hemos elegido dos sagas para su representación más brillante: la de Indiana Jones y Piratas del Caribe. Podíamos colocar aquí a “La guerra de las galaxias” (que va a tener otros tres capítulos más, tras acordarse después de la absorción de la franquicia por parte de Disney), pero... Es lo que decíamos antes: no pocas veces los géneros se cruzan para tener ingredientes variados. Nadie duda de que es pura aventura, pero galáctica, la que desde 1997 viven Luke Skywalker, Han Solo y la Princesa Leia Organa. Pero como transcurre en un futuro no sabemos cuanto de lejano al día de hoy, la hemos situado en la ciencia ficción.

¿Y acaso no son ciencia ficción o fantasía las aventuras que vive Indiana Jones desde su primera reto arqueológico, situado en la tierra de los faraones de “En busca del arca perdida” (Steven Spielberg, 1981)? O lo mismo: ¿en qué género podríamos colocar las historias que vive el corsario Jack Sparrow desde que aparece por primera vez en “Piratas del Caribe. La maldición de la Perla Negra” (Gore Verbinski, 2003)? Nosotros las vamos a situar en el del cine de aventuras, como todas las películas de piratas, si bien es cierto que en las siguientes entregas, los lances de Sparrow entran ya en la ciencia ficción, sobre todo por la acumulación de efectos especiales.

También la comedia tiene sus sagas, con personajes que han calado en el público y han merecido continuarse. Daremos tres ejemplos. El primero es español: el de José Luis Torrente, un policía machista, grosero y repulsivo que surge por vez primera en “Torrente, el brazo tonto de la ley” (Santiago Segura, 1998). Lleva otras tres entregas y se prepara la quinta. Los otros dos ejemplos nacen en Hollywood: la saga de “American Pie” (9 episodios desde 1999) y la de “Scary Movie” (5 desde 2000).

Y hasta el drama –el género más rodado en todas las cinematografías–, tiene su saga: la del boxeador “Rocky”. Apareció por vez primera en 1976 bajo la dirección de John G. Avildsen. El último (“Rocky Balboa”) se estrenó en 2006. En todas ellas ha sido intérprete Sylvester Stallone, e igualmente director, salvo en la citada de 1976 y la de 1990 (“Rocky 5”), firmada también por Avildsen.

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