El 20 de diciembre de 1973, poco después de las 10 de la mañana, a la altura del número 104 de la madrileña calle Claudio Coello, una carga explosiva de unos 100 kilos de dinamita colocada debajo de la calzada, acabó con la vida del Presidente del Gobierno español Luis Carrero Blanco, así como con la de su chófer y su escolta. Carrero regresaba de la misa diaria que oía en la iglesia jesuita de San Francisco de Borja. La explosión fue de tal magnitud que su coche, un Dodge 3700 GT blindado, saltó por encima de la fachada de la Iglesia, yendo a caer al patio de la casa anexa.
La detonación, como un gigantesco trueno surgido de improviso, se oyó en todo Madrid, y nadie dudó en ese momento de que se trataba de un atentado de ETA, cuyas acciones terroristas empezaban a hacerse frecuentes por aquella época. No muy lejos de allí, en la Audiencia Nacional, se iniciaba ese día el juicio contra diez miembros del sindicato –clandestino, claro– Comisiones Obreras, juicio que pasaría a la historia con el nombre de Proceso 1001. El atentado recorrió los teletipos (entonces no había internet) de todas las agencias periodísticas del mundo y dio lugar a miles de artículos en periódicos y a otros tantos reportajes y telediarios. Tres años después, se exhibía en los cines gracias a una película del director español, José Luis Madrid (“Comando Txikia: muerte de un Presidente”, 1976), a la que seguiría en 1979 la del cineasta italiano Gillo Pontecorvo con el título de “Operación ogro”.
Todavía se filmaría un largometraje más, aunque mucho tiempo después, en 2011: “El asesinato de Carrero Blanco”, una miniserie en realidad de dos episodios producida por RTVE y dirigida por Miguel Bardem. El personaje biografiado en los tres ejemplos, Luis Carrero Blanco, aparece igualmente de refilón en otras dos miniseries: una producida por el citado canal, titulada “Tarancón. El quinto mandamiento”, realizada en 2010 por Antonio Hernández; y la segunda (de Antena 3 Films y Sagrera Audiovisual) de título “Sofía” (una biografía de la actual Reina de España), dirigida así mismo por Antonio Hernández en 2011.
“Operación Ogro” –“Un thriller con suspense”, en palabras de Pontecorvo– fue la producción más lograda de todas las que trataron el crimen de Estado. “Una historia narrada como un robo –añadía el director de “La batalla de Argel” (1966) y “Queimada” (1969)–, entretenida, filmada para el gran público. Debemos entender que no será una película exclusivamente para el público español, que conoce muy de cerca los condicionantes de la historia, sino que trata de una historia que espero entiendan todos los públicos del mundo. Por lo tanto, quizá esté un poco simplificada en aras de esta mayor difusión”.
Más en la línea de las películas de acción tipo Hollywood, era la de José Luis Madrid. El director español, que se había iniciado en el “western spaghetti”, tenía un cierto renombre en la cinematografía comercial de la España de entonces, gracias a títulos de relativo éxito como “El vampiro de la autopista” (1970) y “Lucecita” (1976). Con “Comando Txikia: muerte de un Presidente”, Madrid se aferra a la oportunidad de un tema como el asesinato del jefe de gobierno que Franco había nombrado para mantener a España bajo la bota de la Dictadura, y aprovecha los resquicios que permite la Transición Española que dirige Adolfo Suárez para colarle al nuevo régimen una película cuyos elementos más polémicos, él mismo y su intérprete principal, Juan Luis Galiardo (que encarna al Jefe del Comando Txikia, autor del atentado), se dedicaron a airear durante su controvertido rodaje.
En efecto, el Comando Txikia fue el que perpetró el atentado, cavando por debajo de la calzada de la calle Claudio Coello, un túnel en el que colocaron la carga explosiva. Convertir en héroes cinematográficos a unos terroristas no era tarea fácil, tanto para el cineasta italiano como para el español, pero por esos años ETA era todavía una banda muy apreciada por los españoles. Pues bien, lo más difícil no fue encontrar a los actores que interpretaran a los miembros de ETA, sino a la persona que se metiera en la piel de Carrero Blanco. En realidad, todo consistía en parecérsele, y en esto, sin duda, fue más exacto el que encarnó al Presidente del Gobierno español en la película de José Luis Madrid.
Se trataba de un extra desconocido que tenía un parecido increíble con Carrero Blanco, hasta el punto de que hubo gente que, durante el rodaje, al verlo salir por la puerta de su casa, pensó que había “resucitado”. Fue el momento más tenso de la filmación de “Comando Txikia: muerte de un Presidente”, pues para mayor realismo, Madrid había colocado en el entorno de la casa varios jeep de la policía y a numerosos extras disfrazados de “grises” de esa época. Pero no era Carrero Blanco quien salía, sino Juan Marín, un empleado de banca a quien José Luis Madrid había encontrado por casualidad (luego intentaría hacer carrera, participando en cuatro series de televisión). Al que hacía de Presidente asesinado en la película de Pontecorvo, Agapito Romo, también lo hallaron por casualidad (y fue su único trabajo para el cine). Los otros Carrero Blanco se llamaban José Ángel Egido (en la de “El asesinato de Carrero Blanco”), Julio Cardoso (en “Tarancón. El quinto mandamiento”) y Janfri Topera (en “Sofía”).
Recordemos, finalmente, a los intérpretes que se metieron en la piel de los integrantes del Comando Txikia en las películas de José Luis Madrid y Gillo Pontecorvo. En “Operación Ogro”, la elección del jefe del grupo recayó en el actor italiano Gian Maria Volonté, que da vida a Ezarra (en la del español, ese puesto fue para Juan Luis Galiardo). En el italiano intervinieron José Sacristán (Íker), Ángela Molina (Amaiur), Eusebio Poncela (Txabi), Saverio Marconi (Luque), Georges Staquet (El Albañil), Nicole Garcia (Karmele) y Féodor Atkine (José María Uriarte, alias Yoseba). En “Comando Txikia: muerte de un Presidente”, además de Galiardo, daban vida a los etarras principales Paul Naschy, Tony Isbert, José Antonio Ceinos, Julia Saly y Andrés Isbert.
Mientras que los productores (Servifilms) de “Comando Txikia: muerte de un Presidente” definían la película de José Luis Madrid como “Un film testimonio, donde la tensión alcanza unas cotas de interés político y humano raras veces logradas por el cine”, los productores de “Operación Ogro” (Sabre Films) señalaban sobre la de Pontecorvo que “Era una película sencilla, sin masas, de actores y de suspense, con el trasfondo político que es tema obsesivo en la obra de Pontecorvo”. Mientras la del director español se conformaba con su estreno español, la del cineasta italiano recorrió las salas de varios países del mundo después de pasar por la Mostra de Venecia (que clausuró). Además, para desgracia de Servifilms, la de Sabre Films (propiedad de José Sámano) logró la clasificación de “Especial Calidad” por parte de las autoridades de la Dirección General de Cinematografía, lo que conllevaba ayudas económicas y otros beneficios que la de José Luis Madrid no obtuvo.