Durante al pasado mes de enero, Universal y las cadenas de exhibición Cinesa y Kinepolis han echado un pulso por culpa de los márgenes que la distribuidora quería aplicar a las salas, rechazando en las propias la proyección de “El lobo de Wall Street”, último trabajo del director Martin Scorsese. Ambos grupos querían así protestar por la política de precios de Universal, abusiva a su parecer. La “major” marca un porcentaje (variable) de beneficio por entrada, práctica habitual de casi todas las distribuidoras (Warner, por ejemplo, negocia un precio fijo por espectador). Por lo general, dichas compañías suelen reducir tales porcentajes según se aleja la fecha del estreno (cuando la afluencia de espectadores decae).
En estos momentos de caídas, ajustes y promociones, los responsables de Cinesa y Kinepolis (empresas de origen español y belga, respectivamente) consideraron que los márgenes de beneficio de Universal no resultaban asumibles. Pedían, de facto, que la “major” colaborara en la bajada de precios que están proponiendo las salas españolas (y que ellas asumen en su mayoría). Universal no cedió y así se llegó al bloqueo. Entre Cinesa y Kinepolis suman 500 pantallas en toda España.
“El lobo de Wall Street” se estrenó en 487 salas (un número alto, pero no excesivo) y en su primer fin de semana se alzó al primer puesto de la taquilla, con 2,7 millones de euros y un espectacular ratio de 5.486 € por pantalla. A los 11 días de su estreno (17 de enero) llegó a los 6,5 millones de euros y al millón de espectadores. Parece que el tirón del dúo Scorsese-DiCaprio condujo a los espectadores a buscarse las habichuelas (sus butacas) en cualquier otro cine que no fuera un Kinepolis o Cinesa. Los cines que no secundaron la exclusión han salido ganando.